sábado, 23 de septiembre de 2017

Pensamiento al atardecer.



El paisaje es un escenario sosteniendo, una obra de teatro. El volcán, el protagonista, orgulloso de su majestuosidad, irónico al paso del tiempo, inerte y sutil al ecosistema. El sol, su colega, compañero y coprotagonista de esta obra, no por mucho brillar le resta un ápice de protagonismo al interprete principal.
Avanza la escena que se mueve sin movimiento para mis ojos, la combinación de colores y de luz jamás ha sido posible imitarla, magia que no nos cansamos de admirar atardecer tras atardecer, en la ilusión, el sol se deja acoger por la majestuosidad del protagonista de esta obra, el volcán.

Puede parece que es la primera vez que admiro un atardecer en este lugar, incierto...
Comienzo la cuenta atrás, me encanta este momento, en quince minutos caerá la tarde y este día dejará paso a la noche, y esta, a otro nuevo día. Se repite de forma maravillosa como esa canción que no nos cansamos de oír eternamente.

Y una vez más usamos un día, otro y otro, sin reparar en que... no volverán. Con frivolidad e intrascendencia nos deshacemos de los días, estos, pasan a ser recuerdos, que es lo único de nuestra existencia que conservamos, y aunque no lo pensemos, porque enloqueceríamos, modulan nuestra forma de ser, de sentir, se inmiscuyen en nuestros actos, nos definen y convierten en los que somos.

Puede parece que es la primera vez que admiro un atardecer en este lugar, incierto, es la enésima vez... o más.




martes, 2 de agosto de 2016

Tus besos... cómo voy a echar de menos tus besos.


Te voy a apartar de mi vida ahora con un bandazo y sin explicaciones o con todas las que tengo, sin reservar nada para tu recuerdo.... 

Quiero castigarte por no haber oído ni una sola palabra de amor de tus labios, por no haber visto ni una sola palabra de amor en tus ojos, por no haberme besado para siempre. Tus besos... cómo voy a echar de menos tus besos. 

El orgullo, nuestro orgullo, mandatario nuestro, superior a las caricias, a los abrazos, a las risas... a nuestros buenos días, a nuestras buenas noches. Más importante que las palabras que anhelé y jamás ocurrieron. 

Las palabras, nuestras palabras, las que nunca pronunciaste las oí en los desvelos de la madrugada, en mis tristezas, en mis deseos e ilusiones anuladas por tus desaires. Una palabra o quizás un gesto... creo, que solo un roce de tu mano en mi rostro hubiera abierto mi corazón por mucho tiempo.

La vanidad, nuestra vanidad, ha minado los momentos que ya no ocurrirán, que nunca existirán, más poderosa incluso que la pasión cuando interrumpe en la memoria y nos trae cada momento en que nos hemos deseado. 

El orgullo, la vanidad, tus silencios, tus besos... ya echo de menos tus besos. 

jueves, 23 de junio de 2016

NO QUIERO ESTAR AQUÍ

Caminaba por el sendero más iluminado, sin miedo a tropiezos, sin esquivar obstáculos. Firme es su decisión de no cambiar de idea, llegaría hasta el final estuviese allí su conciencia o no.

Había sido libre, quizás demasiado en momentos. Posiblemente pagaría el peaje del egoísmos que se ancla a la libertad no compartida.

Cuando abrió los ojos observó como los cables unidos a la caja metálica le devolvían la conciencia, la vida es un sonido que atraviesa los oídos y azota la mente sin piedad.

¡No quiero estar aquí!

LAS EXPERIENCIAS DE UN PALITO DE PAN EN ALTA MAR.


La excitante distancia entre dos bocas y un palito de pan que nuestros amigos comieron hasta el final para llegar a buen puerto... nunca mejor dicho.

Acciones, reacciones y decepciones... lo que quisimos hacer pero no hicimos, también se quedará allí.

Nudillos que llamaban a la puerta del vecino... sin querer sal o azúcar “un paracetamol, por favor, que estoy malito”.

Llamadas anónimas que no tuvieron hombría al otro lado del teléfono.

Vestidos de fiesta, tacones de infarto, la noche era joven hasta que el nuevo sol dijera lo contrario.

Los rones y la caipirinha corría por los pasillos y entraban en los camarotes con “all inclusive”.

Conversaciones tardías de pronunciación pastosa en el hall junto a la maqueta de un barco que hizo aguas.

Conversaciones inolvidables en torno a dos camas y un tocador repleto de dilemas, que quedaran olvidadas en el barco del “poco amor” para siempre.

Coacción alrededor de una cama doble abandonada al uso. Secretos amargos con piñas coladas, al borde de una piscina que jamás quiso ser de color azul.

Chocolate caliente en el café piano, después de correr por las calles de ya no sé donde.

Amistades deshechas y rehechas media docena de veces, sin fisuras de cariño.

Búsquedas de amor con derecho a amistad en el laberinto de pasillos idénticos con olor a rancio.

Ascensores premiosos que incluían sorpresa en su interior, la casualidad no existía en alta mar.

El misterio de las ruinas de Pompeya, donde el tiempo no existe, ni llegarás a tiempo. 


La ilusión compartida pero no revuelta de llegar al nuevo puerto, con palitos de pan.  

EL TENEDOR SUCIO.



Lo observaba detrás de las gafas de sol ¡era tan guapo! 

A esa hora del día sus ojos azules parecían más intensos, la luz natural que entraba por la ventana los iluminaba de forma extraordinaria. Su elegancia y distinción lo diferenciaba del resto de los allí presentes.

La naturaleza había sido derrochadora una vez más. Era un molde perfecto.

Él, esquivo y huidizo, evitaba mirarla. Claro, prefería observar a las demás, nunca se sabe si alguien más interesante pudiera reclamar su atención. La belleza física es solo decoración y le otorgamos el derecho a ser arrogante, soberbia e incluso arisca. 
 
Ella lo sabía, tenía experiencia en estos casos.

El tintinear metálico no la sacó de su contemplación, fue él mismo quien la devolvió a la cruda realidad… con gesto remoto y distante, casi protocolario, se acercó a ella y sin mirarla recogió su cubierto del suelo. Entonces le dijo, con un tono tan frío como el metal del tenedor sucio “─Señora, ahora mismo le traigo un tenedor limpio”.  

EL GATO ESCALDADO.



Ella nunca podrá olvidar el día que lo conoció. Estaba dentro de esa cubo metálico de tamaño familiar. Salió de allí como si de una caja de regalo se tratara. E igual que si fuera un gato escaldado la miró de una forma tan recelosa y huidiza, que la dejó sobrecogida para el resto de su vida.

Vida, que compensó con momentos especiales llenos de abrazos de amor, de miradas encantadas y tiernas, quedándose entonces y eternamente acomodado en su corazón. 

Y cómo todos los días desde entonces, espera, con un hilo de expectación irreal y absoluto, que se abra la puerta del ascensor, cada día mas premioso, cada día más pausado.

DE AMOR SE PUEDE VIVIR.


Que a las 5.30 h de la madrugada suene el móvil, inquieta a cualquiera, y si en la pantalla aparece el nombre de una amiga te da tiempo, en 2 milésimas de segundo que tardas en descolgar, de pensar en todo lo malo que tu mente recién sacada de un profundo sueño es capaz.


-¿Te he despertado, Laura?

A pesar de que la absurda pregunta merecía una respuesta de la mías. Lógicamente no lo hice, si alguien te llama a esa hora algo pasa, incluso se puede estar muriendo. No, no se estaba muriendo, ni siquiera necesitaba una ambulancia. Había tenido una bronca con su novio de las de “ eres un cabrón, no quiero volver a verte en mi vida”.


La historia es una de esas que se repiten constantemente a lo largo de la vida de una pareja, situaciones usuales, guerras de fuerza por posiciones ancladas en el egoísmo, desavenencias lógicas cuando compartes un trozo de tu vida, un fragmento, un pedazo, una sección, un cacho (¡ ojo !midan bien que tamaño de vida que comparten)

Y allí estaba yo, intentando no dormirme colgada al teléfono (no podía del susto que tenía, se me salía el corazón) mientras que ella desahogaba toda la rabia que había acumulado durante la larga noche que llevaba en vela.

Han sido dos hora y media de llantos, risas nerviosas y complicidad sin igual. Yo por una amiga de verdad, mato.
Ya con el café en la mano y pensando en esto con algo de distancia, he llegado a una indiscutible conclusión. Con todos los problemas que hay en el país, lo que mueve España es el amor, señores. Me acuesto hablado de amor, recibo mensajes de hombres que hablan de amor, me despiertan de madrugada hablando de amor, estoy escribiendo sobre el amor en un grupo secreto de amor, el amor está en aire, respiramos amor. Y eso que no estoy enamorada. (estoy algo empachada, lo reconozco)

Como dice una canción de Malu; “de amor se puede vivir”.